Cuando pensamos en Venezuela, vienen a la mente imágenes de la Gran Sabana, Los Roques o el Salto Ángel. Sin embargo, más allá de estos íconos, hay paisajes menos explorados que nos enseñan a ver la naturaleza con otros ojos. Rincones donde la flora y la fauna se entrelazan en formas y colores que parecen salidos de un sueño, y que se convierten en fuente inagotable de inspiración para los diseños de Yerbabuena.
Paisajes que cuentan historias
Uno de estos lugares es la Sierra de Perijá, un ecosistema de bosques nublados lleno de orquídeas silvestres y helechos gigantes, donde la niebla acaricia las copas de los árboles.
Otro rincón fascinante es el Delta del Orinoco, con su red de canales rodeados de palmas moriche y manglares. Aquí la naturaleza vive en constante movimiento, una danza entre agua y tierra que nos enseña la importancia de la biodiversidad y la adaptación.
Descubrir estos espacios menos conocidos, nos recuerda por qué hacemos lo que hacemos. Porque cada planta, cada color y cada textura nos conecta con la tierra que nos vio nacer, y nos inspira a crear espacios verdes que sean auténticos reflejos de nuestra identidad.